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Vista parcial Calatayud. En el centro, las Torres de Santa María y de San Andrés. Arriba a la izquierda, El Castillo Mayor. (Foto. A. Sanmiguel)

El Castillo Mayor de Calatayud

Continuando nuestro viaje aguas arriba del río Jalón, llegamos, por fin, a la ciudad de Calatayud donde encontraremos abundante arquitectura zagrí. Aunque es objetivo principal de toda esta serie de artículos la reivindicación de la arquitectura aragonesa de ladrillo y yeso realizada en época islámica, esta vez nos vamos a centrar en unas construcciones en las que no hay ladrillo (solo yeso) y, además, tampoco hay discusión sobre su origen islámico. No obstante, merecen la pena por su gran envergadura y por otros importantes detalles que aquí veremos. El contenido de lo que sigue es un resumen del artículo publicado en el nº 388 de la revista “Aragón Turístico y Monumental” (autores J.M. Pinilla y J. Carbonel).

Cuando nos acercamos a la ciudad, destaca al fondo el recinto fortificado islámico por su gran extensión (unos 4 Km de desarrollo) y por ser uno de los ejemplares más antiguos de la arquitectura militar andalusí. En lo más alto, como presidiendo la escena, se alza este castillo sobre el que ya tratamos en el artículo dedicado a las técnicas de construcción con yeso y también en el que explicábamos la evolución estructural de los alminares zagríes.

A izquierda y derecha del mismo, se extienden las murallas y todo el resto del conjunto fortificado que sirvió de protección a la población durante siglos. La alcazaba, castillo de Ayyûb (Job) o Castillo Mayor, llamada popularmente por los bilbilitanos “Plaza de Armas”, se alza sobre una plataforma de yesos y un nivel alto de conglomerados en la parte más elevada. Está flanqueado por dos torreones octogonales, uno en cada extremo, separados unos 60 metros uno de otro, unidos por una muralla con adarve en la cara sur de la misma (la que mira hacia la ciudad), la cual se ve interrumpida en su trazado por dos construcciones que pasamos a describir. Una de ellas, la que se encuentra más cerca del torreón oeste y que denominamos “torreón norte”, es de planta semioctogonal, se eleva apenas dos metros por encima de la muralla y consta de una sola cámara abierta al lado sur, cubierta con bóveda de cañón. Esta cámara estaba divida por un forjado intermedio de madera, actualmente desaparecido. La otra, aunque su presencia se hace menos perceptible que la anterior, resulta decisiva para el estudio y datación de todo el conjunto. Lo que queda de la misma es un muro visiblemente girado respecto al resto y que no es sino el lado norte de un torreón de planta cuadrada que allí hubo, junto con los encuentros de los dos muros perpendiculares al mismo con los que formaba -y aún se perciben- sendas esquinas. Souto, al partir de la base de que todas las fábricas eran contemporáneas, describió como una “limpísima junta de discontinuidad” lo que, en realidad, eran las juntas de separación características que se producen cuando una fábrica acomete contra otra ya existente y, por tanto, sin traba alguna entre las mismas. Fue Javier Peña quien, desde su punto de vista como arquitecto, supo interpretar estas grietas verticales y descubrir que lo que allí había habido realmente era un torreón más antiguo de planta cuadrada al que denominó con el término árabe “burjj”, detalle que sería decisivo para establecer una relación cronológica de todo el conjunto acorde con la realidad constructiva.

 

Planta del castillo mayor. A derecha e izquierda, los dos torreones octogonales y el burjj en la parte central (proyecto J.M. Pinilla).

 

En cuanto a los dos torreones octogonales, se ve claramente que forman una única obra con la muralla que los une. El situado en el extremo este contiene dos estancias superpuestas de planta circular, cubiertas por sendas cúpulas de hiladas enjarjadas a base de losetas de alabastro. A la inferior se accede desde la explanada del castillo y a la superior desde el adarve. El torreón occidental tiene en la parte inferior planta semioctogonal que después pasa a octogonal. Así, su cámara inferior se cubre con bóveda de cañón mientras que la superior presenta las mismas características que en el torreón oriental. En ambos torreones, el acceso a las estancias superiores se haría mediante escaleras de palo hasta alcanzar el adarve, desde donde hay entrada directa a esas estancias. La subida a las azoteas está resuelta mediante un ingenioso sistema de escaleras intramurales que arrancan desde las cámaras superiores.

 

Torreón este con entrada a la cámara baja desde la plaza de armas y a la cámara alta desde el adarve

 

Cúpula formada por losetas enjarjadas de yeso alabastrino

 

Entrada a la escalera intramural desde la cámara alta

 

Escalera intramural

 

Secciones verticales del torreón este (proyecto J.M. Pinilla)

 

Dadas estas características constructivas y las dataciones que luego veremos, podemos afirmar que nos encontramos ante unos precedentes de la mayor importancia. En las construcciones militares anteriores a estas, era habitual realizar los torreones de planta circular cuando la fábrica era de piedra en cualquiera de sus modalidades (mampostería, sillarejo o sillar) y se pretendía un resultado más robusto que el que aportaba la planta cuadrada donde los lienzos planos representaban paramentos más vulnerables ante impactos de proyectiles lanzados con catapultas. Al introducir la técnica del tapial, y ante la dificultad de realizar encofrados curvos, se adoptó una forma de planta intermedia entre el cuadrado y el círculo, que resultó ser el octógono, aun manteniendo la forma circular por el interior, lo cual le aportaba mayor robustez.

Vayamos, entonces, con la datación relativa entre los elementos de este conjunto para luego establecer unas dataciones concretas. Está claro que lo más antiguo es lo que denominamos burjj (el descubierto por Javier Peña). Durante la última fase de restauración, con la intención de que las prospecciones arqueológicas nos aportaran más datos en cuanto a su cronología, procedimos a la excavación del suelo en lo que había sido el interior de ese burjj, esperando encontrar la traza de sus muros. Lo que se constató fue que la base de ese torreón estaba dos metros más alta que el suelo actual y que, cuando fue construido, no había meseta, sino ladera. Está claro, pues, que el burjj era una torre aislada que dominaba el primitivo asentamiento de Calatayud en torno al castillo de Doña Martina, posiblemente ya desde la época islámica más temprana (siglo VIII). La puerta emiral y el trazado del recinto fortificado parecen corresponder a la fecha del 862 que apuntan los historiadores. En efecto, hay una referencia de Al-‘Udrí sobre la reconstrucción de la ciudad en el año 248 de la Hégira (862 de la era cristiana) ordenada por el emir de Córdoba Muhammad I al gobernador ‘Abd ar-Rahman ibn ‘Abd al-‘Aziz at-Tujibí. La relación formal entre la puerta emiral de Calatayud y la portada de San Esteban de la mezquita de Córdoba (datada en 855-856) apoya este razonamiento, como ya dedujo J.A. Souto.

Tiempo después, se demolieron los tres paños interiores del burjj para rebajar el terreno y lograr la explanada que ahora conocen los bilbilitanos como “Patio de Armas”. Fue entonces cuando se construyeron los torreones y los muros que los unen como una única obra. Javier Peña Gonzalvo sitúa esto último en el siglo XI, por ser en 1018 cuando Mundhir I at-Tujibí proclama la independencia de Zagr-Alandalús (Marca Superior de Alandalús) respecto a Córdoba, pasando entonces Calatayud a ser una ciudad fronteriza con el reino de Toledo, razonando que es entonces, por tanto, cuando se precisa una mayor capacidad defensiva y no antes.

 

Alzado interior del muro conservado del burjj

 

Pero hay un detalle que nos aporta mucha luz al respecto. En esa muralla se aprecian contrafuertes añadidos por la cara norte (no están trabados a la obra original) porque, al parecer, hubo problemas de estabilidad. No debieron de funcionar adecuadamente y, más adelante, tuvieron que reforzar estos contrafuertes. Tampoco estos refuerzos están adecuadamente trabados a esos contrafuertes, pero encontramos en su interior, durante los trabajos de restauración, unas maderas de cosido que fueron convenientemente extraídas para ensayarlas mediante Carbono 14. Arrojaron una horquilla de datación entre 1020 y 1160. Para mantener la fecha del siglo XI deducida por Javier Peña de los hechos históricos, parece demasiado “ajetreo constructivo” en tan poco tiempo (obra original, refuerzo y contrarrefuerzo). Quizá una datación en el siglo X resulta más acorde con la realidad constructiva, aunque tampoco hay que descartar nada.

 

Contrafuerte sin trabar adosado a la muralla

 

De todas formas, de manera inexplicable y contradiciendo a todos los autores, en los paneles informativos colocados en el ámbito de unas actuaciones llevadas a cabo desde Madrid (Ministerio de Cultura), se fechan los torreones octogonales en el siglo XIV, cuando es evidente que muralla y torreones presentan una misma obra homogénea, sin juntas ni fisuras. Resulta necesario modificarlos por el gran valor histórico que les están negando.

 

Paneles informativos con la datación errónea

 

En estos torreones aparecen por vez primera novedosas tipologías constructivas (planta octogonal, escalera intramural, bóvedas de aproximación de hiladas) que servirán de modelo a la arquitectura islámica de ladrillo en época taifal, la cual sería más tarde el origen de la arquitectura mudéjar aragonesa. Aquí radica su gran valor constructivo e histórico: ser el precedente de un conjunto de torres octogonales hechas con ladrillo y yeso, tipología que solo existe en Aragón. Tendríamos que viajar hasta Oriente Medio para encontrar torres de este tipo y, en todo caso, al norte de África, donde hay alguna, pero de época más moderna y construida por moros aragoneses o descendientes de aquellos que fueron deportados en 1610. Las primeras de estas torres son las de San Pablo (en Zaragoza), Santa María (en Tauste) y San Pedro (en Alagón), construidas en época taifal, en las cuales la escalera sigue siendo intramural. Con el tiempo, este sistema se iría aligerando hasta llegar al prototipo de torre y contratorre (la Magdalena y la torre de la Seo, por ejemplo) con la escalera alojada entre las mismas, técnica que sería exportada al mundo almohade tras la conquista cristiana de estas tierras, con la Giralda de Sevilla como máximo exponente. En cambio, sin base alguna y en ese afán por retrasar las fechas de nuestras construcciones islámicas a la época cristiana, se dio en decir que nuestras torres tenían estructura de alminar almohade y que las habíamos copiado de aquellos. Todo ello, además, sin percatarse de que las nuestras más antiguas (San Pablo y Tauste, por ejemplo), ni siquiera responden a ese modelo de dos torres concéntricas, sino que están formadas por una torre única con escalera intramural, como ya explicamos en los artículos correspondientes.

Aprovechamos para destacar también que la torre albarrana de este conjunto es el ejemplar conocido más antiguo de la península ibérica. Todos estos factores hacen del conjunto fortificado de Calatayud algo único, que merece ser conservado y puesto en valor, como el Ayuntamiento de esta ciudad ya viene velando por ello desde hace años.

 

Torre albarrana del conjunto fortificado islámico de Calatayud

 

Jaime Carbonel Monguilán. Arquitecto Técnico.

Autor del libro «El alminar de Tawust», las intervenciones en obras de restauración del patrimonio de Jaime Carbonel le han llevado a conocer los aspectos más singulares de la arquitectura tradicional aragonesa, como el uso del yeso como material de agarre en lugar del mortero de cal, que era lo habitual en el resto de casi todo el mundo. Su dedicación al estudio detallado de la torre de Santa María de Tauste arroja unos resultados sobre su datación bien diferentes de los que se han sostenido tradicionalmente. Unas conclusiones que afectan de manera muy positiva al pasado de Tauste y a las consideraciones sobre el verdadero origen de la arquitectura mudéjar aragonesa.

 

Artículos anteriores

La arquitectura zagrí y mudéjar en Aragón (I).

La arquitectura zagrí y mudéjar en Aragón (II): El caso de Tauste.

La arquitectura zagrí (IlI): Un poco de historia.

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El yeso: Ese material tan habitual como ignorado.

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Técnicas de construcción con yeso.

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La Parroquieta de La Seo de Zaragoza.

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El castillo de Rueda de Jalón.

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Los enigmas de la Torre de Ricla.

 

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