La torre de San Pablo es el actual campanario de la iglesia del mismo nombre, en el barrio del Gancho de Zaragoza. Como a todas las torres medievales aragonesas de ladrillo y yeso, a esta también se la catalogó dentro del arte mudéjar aragonés, a pesar de no disponer apenas de documentación para fecharla.
Vista desde el punto de vista de nuestra especialidad como profesionales de la arquitectura, el primer detalle que llama la atención sobre su relación con la iglesia a la que acompaña es que el muro hastial que, en su origen, cerraba los pies de la misma, se estrella estrepitosamente con ella. A partir de ahí, se abren otros muchos enigmas, pero… vayamos por el principio.
La obra original de la iglesia mudéjar de San Pablo, construida en el siglo XIII, comenzó por la construcción del ábside en el extremo más oriental (poligonal de cinco lados al exterior y semicircular al interior) para seguir avanzando tramo a tramo hacia el oeste, hasta cuatro de ellos, cubiertos cada uno por sus correspondientes bóvedas de crucería sencilla. La torre, situada a continuación de este cuarto tramo, tiene su centro en la prolongación del eje de la nave, es decir, se encuentra centrada en el muro de los pies que cerraba dicha nave. Poco tiempo después, debido a la elevada población de este barrio, hubo que ampliar la iglesia con las naves laterales y, también, hacia el oeste, rodeando la torre con más edificación y un pequeño claustro desde el que es visible la parte inferior de la misma.
Si se hubiese realizado esta torre como campanario de la iglesia, en su construcción se habría aprovechado el muro hastial de la misma para que este constituyera ya una de las ocho caras del octógono, trabando las dos adyacentes con el mismo para formar un grupo compacto, o bien, se habría adosado la torre a ese muro hastial. Sin embargo, no fue así: visto el conjunto desde el claustro antes mencionado, se ve claramente cómo el muro hastial se estrella contra la torre por ambos lados de la misma, ocultando, incluso, parte de esas caras adyacentes, como se ve en la fotografía que se acompaña (llegan a ocultar hasta parte de los arcos entrecruzados que decoran la torre en su parte baja). Para que el orden cronológico de la obra respondiera a lo que siempre se dijo de ella, tendrían que haber hecho algo tan absurdo como demoler la parte central del hastial para insertar en medio la cara del octógono que da a la nave. La otra explicación -más estrambótica todavía desde el punto de vista constructivo- sería que hubiesen interrumpido la construcción de la nave en su tercer tramo y hacer la torre con la separación suficiente respecto al mismo como para construir el cuarto tramo estrellando el muro hastial contra el octógono. Totalmente inverosímil.
Llegados a este punto, no queda otro remedio que admitir que, cuando construyeron la iglesia, la torre ya estaba. Entonces, ¿cuándo y para qué la habían construido?
En la línea de todo lo que venimos exponiendo en los artículos anteriores, lo primero que podrá pensar el lector es que se trate de un caso más de un alminar de una mezquita. Sin embargo, otras circunstancias que veremos nos indican que, seguramente, nunca hubo una mezquita en este lugar. La iglesia de San Pablo está bastante bien orientada hacia el este y, si hubiese habido una mezquita, lo habría estado hacia el sureste. Siendo octogonal la planta de la torre, podría sospecharse que quizá esa mezquita estuviera girada 45º respecto de la alineación actual, pero la trama urbana no parece acorde con tal posibilidad.
Por los hallazgos arqueológicos de la zona, se sabe que el lugar donde se asienta esta torre estuvo junto a uno de los cementerios islámicos más importantes de la ciudad. Podríamos pensar, pues, en un mausoleo de un personaje importante.
La población era mayoritariamente suní y, en esta religión, si bien la ostentación en vida es considerada como un defecto execrable, en la muerte lo es todavía más. Por eso, los enterramientos son muy humildes y cabría descartar la posibilidad del mausoleo. Sin embargo, entre las monedas que acuñaron los sultanes saraqustíes es frecuente encontrar alusiones a Alí (el yerno del profeta Mahoma), lo que indica cierta relación con el mundo chií, de donde, además, proceden estas técnicas de construcción con ladrillo y yeso. Efectivamente, en aquella región del mundo, era habitual la construcción de torres mausoleo, destacando, por ejemplo, la de Gonbad-e Kabus, en Irán. De todas las hipótesis que pueden plantearse sobre el origen de esta torre, esta es la que parece tomar mayor cuerpo, según la reciente tesis doctoral presentada por el arquitecto Javier Peña Gonzalvo, calificada como “sobresaliente cum laude”.
Ello explica, además, la magnificencia de la sala que ahora se destina a campanario, algo inusual tanto en las torres construidas como campanarios ya desde su origen como en los alminares. A 35 metros de altura sobre el nivel del suelo, la escalera intramural de la torre desemboca en una amplia estancia octogonal de más de 11 metros de altura, cubierta por una cúpula esquifada de ocho paños que arranca sobre una imposta que recorre horizontalmente todo el perímetro. Los ventanales se repiten por igual en las ocho caras, partido cada uno de ellos en dos arcos túmidos geminados mediante un parteluz, todo ello construido en ladrillo y yeso. Todo esto solo se repite en la torre de Santa María de Tauste.
El profesor Borrás Gualis, en su libro “Arte mudéjar aragonés”, indica la posible precedencia de la torre de Tauste respecto de esta, pero no explica en qué documentación basa sus dataciones, salvo una referencia a Jordán de Asso (jurista e historiador zaragozano del siglo XVIII) y poco más. Es llamativa la similitud entre ambas torres: no solamente las dos son de planta octogonal regular de ladrillo y yeso, sino que, además, el octógono exterior tiene las mismas dimensiones (3,50 m de lado) y la altura también es muy semejante, si excluimos en la de San Pablo el recrecido del siglo XVI y el chapitel. Sin embargo, esta es mucho más sobria en su decoración exterior y, en los ventanales, el apoyo de los arcos geminados sobre el mainel central está resuelto de una manera un poco más tosca.
La estructura interna también sigue el mismo esquema: una torre maciza aligerada interiormente por estancias superpuestas, con una escalera intramural que la recorre helicoidalmente hasta desembocar en esa magnífica estancia que hoy se destina a campanario. Sin embargo, esas estancias superpuestas son de planta circular y, por tanto, están cubiertas por cúpulas hemisféricas, a diferencia de las de Tauste son de planta octogonal y cubiertas por cúpulas esquifadas de ocho paños, como la estancia superior.
También las pequeñas ventanas que se encuentran frente a cada una de las entradas a estas estancias están resueltas mediante arcos de medio punto, mientras que en Tauste son bovedillas enjarjadas. La escalera desemboca en la gran estancia mediante una vuelta extraña hacia el centro de la misma; en Tauste, sin embargo, termina de manera más ordenada, pegada a una de las caras del octógono interior y con unas bovedillas elevadas que resuelven la cabezada.
Pero la diferencia más notable radica en el trazado de la escalera y el grado de proporción maciza del muro donde se aloja. Los peldaños son iguales en una y otra torre, pero, mientras que en la de Tauste se sube en cada vuelta 24 peldaños (alternan tramos de peldaños con rellanos), en San Pablo no hay descansillos y se suben 40 peldaños en una vuelta completa.
Las dimensiones del agujero helicoidal por el que transcurre la escalera son idénticas y todo el techo es una obra magnífica de bovedillas enjarjadas, pero mientras en Tauste se suben 5 metros en una vuelta completa, en San Pablo son 8 metros, por lo que la obra maciza es muy superior en esta. En definitiva, para llegar hasta arriba, se dan menos vueltas al octógono, pero emplearon bastantes más ladrillos para construirla.
Vimos en otro artículo cómo era la secuencia de la evolución estructural de las torres con escalera intramural hasta llegar a lo que conocemos como “torre y contratorre”. Está claro que la construcción de la de San Pablo fue anterior a la de Tauste y que, por su estructura interna, es una de las más arcaicas de Aragón en su tipología. Con toda seguridad, se trata de la primera torre octogonal de ladrillo y yeso construida en todo el mundo occidental que toma el modelo formal de los torreones del Castillo Mayor de Calatayud. Aquellos fueron erigidos como arquitectura militar mediante la técnica del tapial de yeso y esta como arquitectura funeraria, de la que, a su vez, tomaría modelo la arquitectura religiosa.
Por tanto, cabe situarla en la primera etapa de la taifa de Saraqusta, es decir, bajo la época Tuyibí, que fue la primera dinastía que gobernó este reino. Recogiendo la hipótesis reflejada por Peña Gonzalvo en la tesis doctoral antes mencionada sobre el origen funerario de esta torre, posiblemente se trate del mausoleo del primer monarca de la taifa, es decir, Mundhir I at-Tuyibí al-Mansûr (el Victorioso). El cuerpo sería enterrado en su base, pero en la sala ahora destinada a campanario existiría un catafalco donde se honraría a este personaje.
En la recreación del mausoleo, realizada por el Departamento de Arquitectura de Unizar, se representa cómo pudo ser el conjunto del mismo, a imagen y semejanza de los existentes en el mundo iranio. La planta del claustro envolvente pudo ser octogonal (como se ve en la figura) o, bien, cuadrada. En el presente, llaman la atención unos grandes arcos ojivales que aparecen en el muro norte de la iglesia (calle de San Blas) que no parecen tener mucha relación con el resto de la obra. Podrían ser restos de aquella construcción que, además, vendrían a explicar por qué la nave lateral norte es más estrecha que la del lado sur (la que da a la plaza de San Pablo). Para la puerta que aparece de entrada al claustro en el lado oeste, se recrea la misma que ahora existe, conocida como puerta del “Fosal” o de “Los Ahorcados”, sosteniendo la teoría de Peña Gonzalvo de que, posiblemente, sea un resto más del siglo XI por su estilo y su incoherencia artística con la entrada principal por la que actualmente se accede a la iglesia. La distancia entre esta puerta y la torre, por el lado oeste, y el muro norte y la misma torre, por el lado norte, nos darían las dimensiones en planta del claustro que la envolvería, situando a esta en el centro geométrico del conjunto.
Evidentemente, no es una obra mudéjar realizada en el siglo XIII bajo el poder cristiano, sino una construcción zagrí con dos siglos más de antigüedad, llevada a cabo en la primera época de la taifa de Saraqusta.
Jaime Carbonel Monguilán. Arquitecto Técnico.
Autor del libro «El Alminar de Tawust», las intervenciones en obras de restauración del patrimonio de Jaime Carbonel le han llevado a conocer los aspectos más singulares de la arquitectura tradicional aragonesa, como el uso del yeso como material de agarre en lugar del mortero de cal, que era lo habitual en el resto de casi todo el mundo. Su dedicación al estudio detallado de la torre de Santa María de Tauste arroja unos resultados sobre su datación bien diferentes de los que se han sostenido tradicionalmente. Unas conclusiones que afectan de manera muy positiva al pasado de Tauste y a las consideraciones sobre el verdadero origen de la arquitectura mudéjar aragonesa.
Artículos anteriores
La arquitectura zagrí y mudéjar en Aragón (I).
La arquitectura zagrí y mudéjar en Aragón (II): El caso de Tauste.
La arquitectura zagrí (IlI): Un poco de historia.
¿Por qué la llamamos «arquitectura zagrí»?
El yeso: Ese material tan habitual como ignorado.
Errores conceptuales respecto al yeso.
Técnicas de construcción con yeso.
Mortero de cal o pasta de yeso.
¿Cómo nació la arquitectura mudéjar aragonesa?
Génesis de la Arquitectura Zagrí.
Evolución estructural de los alminares zagríes.
La Parroquieta de La Seo de Zaragoza.
La Seo de Zaragoza o la Mezquita Aljama de Saraqusta.