¿Cómo distinguiremos en una obra antigua un mortero de cal de una pasta de yeso? Normalmente, tienen un color y una apariencia superficial muy similares, pero, si nos fijamos detenidamente, en los morteros de cal apreciaremos gránulos de árido de río. Rayando la superficie con un clavo o una llave, si se trata de pasta de yeso, veremos que la hendidura sale totalmente blanca y que esos gránulos también son blancos, pues son esas partículas a medio cocer a las que ahora nos vamos a referir.
Lo más certero será la realización de análisis químicos y, en ellos, suele detectarse cierta presencia de cal. Ello, a veces, ha inducido al error de añadir cal al yeso en la creencia de que va a colaborar a aumentar su durabilidad. Puede hacerse, pero con mucho cuidado y con dosificaciones muy pequeñas, a riesgo de arruinar la mezcla. Esa presencia de cal aparece en proporciones muy pequeñas y no es debida a una adición intencionada de este material sino a que, dadas las altas temperaturas a las que se ha cocido, ha podido liberarse cal en ese proceso (no olvidemos que el calcio es uno de los componentes del sulfato cálcico). Indudablemente, las impurezas que acompañan al material son debidas a lo rudimentario de su elaboración, pero, lejos de empeorar el resultado final, lo enriquecen. Al recoger el yeso triturado de la era, se mezcla inevitablemente con el polvo y algo de tierra de la superficie, lo que aportará impermeabilidad a la mezcla y, por tanto, mayor resistencia ante la acción del agua. Las cenizas procedentes de la combustión colaborarán a un proceso de cementación que aumentará la dureza final (en la elaboración de los cementos Portland modernos, también se emplean adiciones a base de cenizas). Finalmente, los gránulos a medio cocer presentan cierta avidez de agua y capacidad para soldarse a la masa circundante, constituyendo una especie de áridos activos, a diferencia de los áridos que se usan en los morteros y hormigones (gravas y arenas), que son totalmente inertes. Todo ello da como resultado un material con esas características tan excepcionales en cuanto a dureza, resistencia a compresión y a la intemperie. Y no solamente eso, porque la existencia de esos “áridos activos” hace que mejore notablemente la elasticidad, adherencia y resistencias ante esfuerzos de tracción y de flexión. Además, el yeso, al fraguar, se expande, lo cual asegura el relleno de todo el espacio, mientras que el cemento se retrae y se agrieta. A diferencia de los morteros de cemento Portland, el yeso ofrece unas cualidades muy ventajosas para estructuras sometidas a efectos dinámicos, como puede ser el seísmo o el viento.
El desconocimiento generalizado de todo ello por parte de los profesionales de la construcción es la causa de que, cuando se actúa en obras de restauración del patrimonio aragonés, se dé como admitido que está hecho en origen con morteros de cal y se empleen estos en lugar del yeso tradicional. Peor es todavía cuando se emplea cemento Portland, práctica ya casi desterrada, afortunadamente. En restauración, el uso de materiales diferentes a los originales ocasiona con frecuencia graves incompatibilidades químicas entre unos y otros, con aparición manchas que afean estéticamente el edificio, incluso sales indeseables y rechazos que pueden llegar a arruinar la obra.
Es lamentable que se sigan prescribiendo morteros de cal en los proyectos de restauración de nuestro patrimonio aragonés de yeso por todo lo expuesto y, además, por otra razón que paso a detallar. Esos morteros los estamos importando de otros territorios, mientras que la materia prima para elaborar nuestro yeso la tenemos sobradamente al alcance de la mano. Hasta hace poco, solo había una fábrica de yeso artesanal en todo Aragón (Albarracín). El producto resultante es muy similar al de los yesos antiguos, pero, dada la aleatoriedad de los procesos, a veces la calidad puede no ser la deseada. En la actualidad, va surgiendo alguna más, pero más podría haber y tendrían un buen futuro si se dispusiera como obligatorio el uso de estos yesos y, desde nuestro propio Colegio y del Gobierno de Aragón, se promoviera la investigación en torno al proceso de elaboración de los mismos para garantizar unos mínimos de calidad.
En nuestro territorio, llegaron a existir multitud de pequeñas explotaciones que supusieron el sostenimiento de familias enteras durante mucho tiempo. Estas fueron desapareciendo a partir de la mitad del siglo XX como consecuencia de la implantación definitiva del cemento Portland y de los nuevos procesos de fabricación del yeso en esos hornos rotatorios antes descritos y que solo sirven, efectivamente, para obras en interiores. Aunque se llame igual, las propiedades del resultado final son totalmente diferentes, lo cual ha llegado a desprestigiar de manera inconsciente algo tan propio de aquí como es nuestro yeso.
El patrimonio aragonés a conservar es muy grande y aumentaría considerablemente la demanda, lo que favorecería el florecimiento de una actividad económica más, totalmente sostenible, en la que aprovecharíamos este material inagotable que tenemos en nuestro medio físico y que serviría para algo tan necesario como fijar población en el medio rural. Todo ello sin contar con las grandes posibilidades que también ofrece para obra nueva, como es el caso de pavimentos innovadores, donde ya se están llevando a cabo realizaciones espectaculares con resultados exitosos, con unas durezas y resistencias a compresión similares a las de cualquier hormigón estructural.
Sería necesario plantear una serie de objetivos fundamentales:
- Inventariado y catalogación de todo el patrimonio arquitectónico aragonés al que nos venimos refiriendo.
- Elaborar disposiciones que conduzcan a la preservación, tratamiento adecuado y mantenimiento de estos edificios.
- Proporcionar criterios claros y fiables para la rehabilitación de los mismos, evitando que se sigan realizando obras de restauración con materiales y técnicas diferentes a las que se usaron en su origen.
- Conseguir la fabricación industrial de yesos con propiedades similares a las del artesanal (seguramente, incluso mejoradas) a partir de la determinación de su composición cuantitativa más óptima posible por medio de la formulación y ensayos pertinentes., todo ello, además, como fuente de riqueza en nuestro territorio.
- En restauración de paramentos exteriores de muros, analizar previamente las características de los mismos para definir medidas preventivas y formas correctas de ejecución en función de su estado de conservación y de otras patologías que puedan condicionar la durabilidad de los mismos.
Se trata de un reto que deberíamos asumir entre todos, por el bien de nuestro patrimonio y de nosotros mismos.
Jaime Carbonel Monguilán. Arquitecto Técnico.
Autor del libro «El Alminar de Tawust», las intervenciones en obras de restauración del patrimonio de Jaime Carbonel le han llevado a conocer los aspectos más singulares de la arquitectura tradicional aragonesa, como el uso del yeso como material de agarre en lugar del mortero de cal, que era lo habitual en el resto de casi todo el mundo. Su dedicación al estudio detallado de la torre de Santa María de Tauste arroja unos resultados sobre su datación bien diferentes de los que se han sostenido tradicionalmente. Unas conclusiones que afectan de manera muy positiva al pasado de Tauste y a las consideraciones sobre el verdadero origen de la arquitectura mudéjar aragonesa.
Artículos anteriores
La arquitectura zagrí y mudéjar en Aragón (I).
La arquitectura zagrí y mudéjar en Aragón (II): El caso de Tauste.
La arquitectura zagrí (IlI): Un poco de historia.
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El yeso: Ese material tan habitual como ignorado.
Errores conceptuales respecto al yeso.
Técnicas de construcción con yeso.